lunes, 21 de noviembre de 2011

La ofensiva del 89...."hasta el tope y..."


Al escribir estas líneas sobre la historia reciente de El Salvador, específicamente sobre la ofensiva guerrillera en noviembre de 1989, parafraseo a Eduardo Galeano cuando habla sobre los sueños perdidos, los ideales truncados; padecimos la gente de izquierda de un mesianismo obsecado, pensábamos que teníamos la razón en todo, aceptábamos la línea que bajaba sin cuestionar a nuestros superiores dentro de la organización, subestimamos al pueblo por quien decíamos luchar, con una actitud sobreprotectora o porque no decirlo, altanera o petulante.

Galeano dice que la izquierda latinoamericana creía ver su grandeza en todo lo que hacía, maximizaba todo, dejaba de lado que en lo pequeño está lo grande, es decir en las relaciones cotidianas de la gente, sus aspiraciones, sus sueños, sus preocupaciones y lo que se hace por llegar  a esas metas es su grandeza, esto me lleva a recordar también a Jesús Martín Barbero, profesor e investigador de la comunicación cuando narra una anécdota que vivió en Colombia; en la década de los setentas, estaba de moda la pélícula mexicana "La ley del monte"; una tarde decide con sus compañeros de investigación ir al cine para vivir en carne propia lo que la gente común y corriente sentía al ver la cinta; no se explicában porqué la gente lloraba, reía, es decir, vivía el drama de la película que para ellos su contenido no tenía mayor profundidad de análisis semiótico.


"Que equivocados estábamos" dice Barbero, pues durante una de las escenas de mayor trance sentimental el público lloraba y ellos "los intelectuales" de alguna manera se  burlaban que una película así, causara tanto furor emocional en los presentes,  no pasó mucho tiempo que la misma gente se fijó de esta falta de respeto a sus sentimientos y les increparon por su actitud; Barbero y sus colegas terminaron abandonando la sala de cine apenados.

Agrega Barbero, que a veces los intelectuales pecamos de soberbia, creemos que tenemos la razón absoluta y olvidamos lo esencial de la comunicación, las relaciones vivenciales que nos hacen más humanos, y nos reducimos a un teoricismo infructuoso.


Aplicando esta anécdota a nuestra lucha revolucionaria, la izquierda salvadoreña  padeció de obnubilación ideológica, creíamos que lo que hacíamos en la guerra era lo máximo, era como dar el salto de calidad; sin embargo, no pudimos ver las señales que el pueblo nos daba.



11 de noviembre de 1989 en la memoria

A la hora que escribo este relato se cumplen 22 años de la última ofensiva militar lanzada por el FMLN en todo el país lo cual cambió el curso de la guerra.

Veníamos cargando una guerra desde el 81 con la ofensiva general; esta permitió que se abrieran los frentes de guerra en todo el país, se ganó experiencia en lo militar, organizativo y  político.

Sin embargo, esta última ofensiva del 89 tenía algo diferente con la del 81; con la primera se esperaba la insurrección del pueblo y consecuentemente la toma del poder; con la ofensiva del 89, se esperaba "doblegar" a Cristiani y la cúpula militar para sentarse a dialogar.

Son dos corrientes muy distintas, opuestas, disímiles diría yo; ¿por qué razón?

Sé perfectamente que hay varias corrientes de pensamiento dentro del fmln que disienten sobre este planteamiento, hay otras que lo corroboran.

Lo que se sabe hoy día es que la comandancia del fmln no se trazaba como objetivo primordial la toma del poder al estilo tradicional, o a través de una insurrección popular teniendo como vanguardia al fmln, sino, dar una muestra de su poderío militar al tomarse ciudades y por supuesto la capital  San Salvador, para "torcer" el brazo al ala dura de la derecha junto a los militares de la "tandona" que no querían ceder ni un ápice de las propuestas del frente.

Yo, no soy estratega poítico- militar ni nada por el estilo, simplemente fui parte de las piezas que se movieron (peón en el juego de ajedréz) en un escenario de guerra popular; sin embargo,  hoy, con toda propiedad digo que eso fue una "estafa" para quienes nos partimos "el lomo" como se dice en buen salvadoreño por una salida victoriosa de una cruenta guerra civil.

No quiero hacer una apología de la guerra, o se interprete que quienes disentimos de los Acuerdos de Paz nos gustaba la guerra y queríamos seguir a toda costa hasta la toma de poder. Se oye sencillo decirlo, pero se que la correlación político- militar había tenido sus bemoles entre las fuerzas del frente, además el plano nacional e internacional no era muy favorable para nuestra lucha.

Esto no quiere decir que estábamos desesperados por firmar el cese de la guerra, sin embargo, se sabe a través de documentos e investigaciones recientes que uno de los máximos dirigentes del FMLN andaba ofreciendo la deposición de las armas de la guerrilla antes de iniciar la ofensiva del 89, esto me parece bochornoso, bajo y degradante, sobre todo porque la firma de los acuerdos se hizo sobre una pila de cadáveres de los mejores hijos del pueblo, a ellos nos debíamos y por ellos muchos que nos incorporamos a la lucha lo hacíamos claros que su ideal no se vendería ni  traicionaría.

Fue una jugada sucia que hizo la comandancia del fmln a espaldas de los combatientes, con su discurso y practica verticalista exsacerbada;  hacer creer que los acuerdos de paz sería la solución real al problema de injusticia social, económica y política y nos sacaría de ese impasse.

Es cierto que la ofensiva sirvió para dos cosas:  acelerar el proceso de negociación y desnudar a los militares como violadores de los derechos humanos ante los ojos de la comunidad internacional  al enterarse sobre el asesinato de los padres jesuitas y sus colaboradoras; además, de los bombardeos indiscriminados contra población civil en plena capital salvadoreña.

Pero...¿cuánto se ha logrado o avanzado como país después de la firma de los ACUPAZ?
mi respuesta es:  nada. Seguimos con otro tipo de violencia todavía más difícil por resolver, la violencia social, si bien es cierto que había una violencia revolucionaria en las decadas de los setentas y ochentas, ahora, dos décadas después tenemos una violencia dificil de parar, es como que la violencia anterior tuvo una metamorfósis y se transformó hoy en violencia sin sentido; antes, eran los jovenes que hacían violencia revolucionaria bajo ideales nobles, ahora, siempre son jovenes, pero su lucha es defender el "barrio" , traficar drogas, extorsionar, crear caos matando a diestro y siniestro, al estilo "Escuadrones de la Muerte";  lo real de todo esto es que son jovenes pobres sin un futuro seguro que les garantice una vida digna utilizados muchas veces  por otros más viejos y con intenciones truculentas.


En la busca de una respuesta a este fenómeno pienso que las causas que generaron y generan violencia siguen latentes, la exclusión social y económica, la impunidad, las "castas políticas" gobiernan el país, y ¿quien pone paro a esto?...nadie, pues ya no hay un movimiento revolucionario que levante banderas de lucha, el hoy partido fmln, lo absorbió  el interés político electoral, ´cuántos escaños ganará, cuántas alcaldías, etc, mientras su militancia espera y espera que "llueva café en el campo" como dice la canción de Juan Luís Guerra.


Para nadie es ajeno la realidad que hoy vive nuestro partido fmln, fue secuestrado cooptado por una cupula anquilosada en sus intereses particulares y dedicada al juego de "la rueda de caballitos" intercambiandose puestos en las curules y en la comisión política del partido, siempre son los mismos, no hay caras nuevas.



Vemos ahora a un fmln complaciente con la derecha y con los Estados Unidos, por que no decir con el imperialismo norteamericano, porque hasta en eso cambió en el discurso del  fmln de hoy, ya no  dice imperialismo, ni pueblo, ni revolución, ni socialismo, etc. estas palabras no entran en el nuevo discurso del "izquierdismo" del fmln, y a quien les critica les llama "de derecha", "resentidos", "vivís del pasado", "la guerra ya terminó",  bla, bla, bla.


Me pregunto, qué pensará aquel campesino que puso todas sus esperanzas en que un día llegaría el cambio tan anhelado, la humilde señora del "mesón" o de una barriada marginal que prestó su casa para que se reuniera una célula guerrillera, el joven que dejó sus estudios porque el partido así se lo ordenó en la guerra y porque era más útil combatiendo que estudiando, el niño que llevaba el correo de un campamento a otro o, de una casa de seguridad a otra en la ciudad; todos ellos, esperan el cambio por el cual arriesgaron sus vidas, su seguridad, su familia, su tiempo; perdieron seres queridos; es mucho lo que perdieron y poco muy poco lo que hasta ahora se ha logrado.



Debemos estar conscientes que quienes nos incorporamos a la lucha revolucionaria lo hicimos con la firme convicción en la victoria popular, nadie se incorpora a una guerra si sabe que no se va a ganar sino a negociar o por lo menos que la negociación sirviera como estrategia pero no como fin.


Seguramente si el pueblo hubiera sabido que la ofensiva del 89 era para negociar y no para profundizar la guerra del pueblo hasta la victoria final, les aseguro que se hubieran contado con los dedos de la mano la gente que hubiera seguido a la comandancia del fmln y sólo ellos seguramente no se expondrían a tanto riesgo.


Para quienes piensan que los acuerdos de paz fue la jugada más audaz en le ajedréz de la guerra entre el fmln y el gobierno de turno, está equivocado, pùesto que hay muchos puntos pendientes aún, ejemplo: la comisión económica social es un "cascarón" que no tiene rumbo con este gobierno del cambio, no funciona ni nunca ha funcionado, cuando debería ser la clave en reconciliación entre trabajadores y empresarios es como "la almendra" del problema estructural; otro punto, la ejecución de una reforma agraria real, siempre hay mucha tierra para unos pocos y poca tierra para muchos; los crimenes de lesa humanidad no se han juzgado porque de la noche a la mañana se decretó una ley de amnistía con la venia del fmln; y así se puede enumerar muchos otros puntos sueltos sin cumplirse.



Es la hora de las redifiniciones, la militancia del partido fmln debe reflexionar sobre el papel que le corresponde tomar junto al pueblo; no se entregó las armas para ser parte del sistema, sino para cambiar el sistema, de esto deben estar muy claros que no sólo la vía electoral queda como lucha posible, hay otras vías, opciones o alternativas; lo importante es que el fmln retome el rumbo de vanguardia del `pueblo y convertirse en partido realmente revoluionario y no electorero como tantos que pululan en nuestro país.



"Memorias del fuego" en  la ofensiva del 89

La tarde del sábado del 11 de noviembre de 1989, era un ir y venir de gente joven en las principales ciudades del país. En sus rostros apenas se notaba un leve sospecha de complicidad compartida, de algún secreto a voces que se llega a conocer tan solo porque uno es parte del mismo y se lo guarda para sí.


Esa tarde del 11 de noviembre fue de esas, que quedan en la retina y en la mente, jovenes con ropa oscura esperando el conecte en paradas de buses, parques, cafetines, etc. todo estaba copado por la esperanza que se avecinaba, por la razón contra la ignominia, porque era "el turno del ofendido" en pleno idilio con el "fierro".


Muchos esperábamos esta salida al conflicto, la vivímos con mucha intensidad, a lo mejor más que la ofensiva general de 1981. Combatientes, colaboradores, simpatizantes y pueblo en general, así lo asumimos.

Yo trabajaba en una ONG en 1989; además estudiaba y tenía una célula de milicias que operaba en Santa Tecla y alrededores.


Una mañana de domigo mas o menos entre mayo y junio llega a nuestra casa una compañero de la organización a proponernos que nos fuéramos a una casa de seguridad para darle cobertura a una compañero y cuadro de los comandos urbanos mientras se acercaba la ofensiva.


Decidimos prestar nuestra colaboración nuevamente, pues ya lo habíamos hecho entre 1981 y 1982 con saldos trágicos al ver a compañeros que cayeron y otros fueron capturados, pero bueno, la suerte ya estaba hechada.


La condición que pusimos fue no irnos a una casa alquilada por el partido sino, que nos ayudaran a pagar la cuota de una casa que nuestra madre con mucho sacrificio había adquirido con promesa de venta, ellos lo aceptaron. Quizas fue una ingenuidad nuestra poner en riesgo la casa adquirida legalmente,  si nos hubiera detectado el "enemigo" de seguro hubiéramos perdido lo que tanto habíamos soñado, una casa  propia; la gente del partido tampoco analizó esta situación.


Para finales de Junio del 89 ya estábamos viviendo en la casa nueva, ubicada justamente al pie o en las faldas del vocán de San Salvador o el "picacho" del lado de Santa Tecla.


El compañero responsable se presentó ante nosotros, llevaba consigo algunos muebles que quedaron de otra casa de seguridad desmantelada. Rápido congeniamos con este compa, era muy jovial, servicial y disciplinado en sus tareas partidarias.



A mí me ordenaron que dejara el trabajo abierto, es decir, que renunciara a la ong, porque era muy arriesgado para todos, pues ahora nuestra función era más secreta y conspirativa, sobre todo, porque a mí recientemente me habían capturado en una actividad de propaganda.


Me dolió haber dejado la ong, acababa de llegar de un  viaje que hice a México para un curso de comunicación y educación  popular y debía reproducir lo aprendido, pues bien, renuncié.



Renuncié también al trabajo de milicias, el compa responsable lo tomó con cierto desagrado puesto que estábamos en los preparativos de la ofensiva general y como milicias había mucho trabajo, en fín, el compa consultó con sus superiores y le confirmaron que yo pasaba a otra estuctura de cara a la ofensiva de noviembre del 89.


Cambié de universidad, estaba en la nacional, pasé a estudiar a la Tecnológica, esto, sólo de pantalla, pues mi vida debía ser muy legal, asi es que ya no trabaja, sólo estudiaba y cuidaba la casa con el chequeo y contrachequeo, obeservar movimientos sospechosos del enemigo, etc.

El compa responsable formaba un colectivo de mando conjunto junto a otros compañeros de mayor peso dentro del partido; ahora estos compañeros ocupan altos cargos en el gobierno actual de Mauricio Fúnes. No los jusgo, cada quien con lo suyo y a lo suyo, no me corresponde a mí jusgarlos.


Días antes a la ofensiva iban llegando a nuestra casa jovenes combatientes desde Chalatenango, llegaron de civil y a pie desde los frentes de guerra, así  contó uno de ellos que se quedó varios días en la casa, mas o menos un mes había durado la travesía sin ser descubiertos, la mayoría eran jovenes entre 15 a 20 años.

El compa responsable iba y venía de nuestra a casa hacia la de otras  de colaboradores donde iba ubicando a estos jovenes combatientes a la espera del 11 de noviembre. Incluso mi hermano mayor quien vive en la zona de Merliot alojó a varios de estos combatientes, guardó varios "tepescuintles" (eran una especie de bombas caseras construídas con los tambos de gas propano), armas y catapultas de madera para lanzacohetes; todo esto, lo había dejado el compañero responsable anterior cuando estuve en las milicias, era también conocido de mi hermano y no sabía que la casa era utilizada para dos estructuras.


Se llega el día "D"; la noche anterior, 10 de noviembre habían pernoctado en nuestra casa cuatro compañeros responsables de la ofensiva en la zona metropolitana, por cierto hubo sabotaje a la energía eléctrica y no hubo durante toda la noche.


A la mañana siguiente se marcharon a los preparativos de la ofensiva; nuestra misión sería alojar a combatientes que ingresarían por las faldas del volcán de San Salvador desde la zona de Santa Tecla y viceversa, gente que a lo mejor salía herida sería alojada en nuestra casa, luego sería trasladada a otro lugar para ser atendida. Otra misión fue suministrarles alimentación a los compañeros de la zona del "picacho", eran cestas llenas de víveres que se les pasaba frente al cafetal justo al caer la noche hora que iniciaba el toque de queda decretado por el gobierno.


Así las cosas, combates por un lado combates por otro, la cuestión parecía que tomaba forma de insurrección pero de pronto, la aviación roqueteando las colonias populosas y las afueras de las principales ciudades, la gente como en la primera ofensiva no salió por temor a la maquinaria bélica del ejército gubernamental y la ofensiva se fué disipando, salvo algunas acciones espectaculares como la toma del hotel Sheraton en San Salvador, el ataque a guarniciones militares, toma de ciudad Merliot donde cayeron la mayoría de los jovenes combatientes de Chalatenango, puesto el combate urbano es sumamente distinto al de la zona rural; ellos no conocían la ciudad, algunos se perdieron entre los pasajes y las avenidas de la zona de Merliot y adyacentes.


Como yo estaba joven y quería ser parte de la historia y no simple espectador, me comuniqué con un compa de las milicias de Santa Tecla para ver donde estaba operando, me contó que había participado en un sabotaje e intento de voladura de un puente por Lourdes, Colón pero sólo un boquete le habían hecho por tanto, la siguiente acción sería volarlo del todo.

Le conté a mi mamá que me iba a una acción militar y que ya me había coordinado con unos compas para salir esa misma tarde antes del toque de queda, la dejé muy preocupada, sólo me dijo que me cuidara en la medida de mis posibilidades y que pensara bien lo que estaba haciendo.

Salimos por tarde hacia Jayaque en camiones porque buses no habían, llevábamos dos días de ofensiva militar;  ibamos a quedarnos en una casa de una familia colaboradora desplazada por la guerra, ahí llegaría nuestro contacto con las armas y explosivos para salir en la noche hacia Lourdes y volar dicho puente.

Resultó que la compañera responsable no llegó, fue capturada esa tarde bajo sospechas de ser colaboradora de la guerrilla; dormimos esa noche en esa casa sin saber que la compa había sido capturada, a eso le llamábamos en la jerga revolucionaria tener "contextura revolucionaria".


Al día siguiente simplemente agarramos maletas y nos fuimos, no sin antes dejar un mensajito o conecte en un "embutido" con la familia que nos alojó esa noche ahí, de quien nunca supe qué fue de ellos.

Regresé a mi casa, continuamos pasando víveres a los compañeros combatientes de la zona del "picacho", trasladamos desde ahí a un compañero medico que colaboraba con el fmln, fué muy útil su presencia en la zona. En esos días llevaron a un compa herido de bala en la mano, al parecer era ingeniero y su misión era asegurar las comunicaciones  militares, había estado como técnico de la radio farabundo martí en Chalatenango.

En fín, como familia esa fue nuestra participación en la ofensiva del 89. El compañero responsable siguió viviendo con nosotros año y medio aún, en ese período se siguió operando en la zona urbana en acciones de comandos urbanos, desgaste al ejercito y cuerpos represivos.

´Llevó a vivir con nosotros a un joven combatiente de Chalatenango quien llegaba desde Cuba de un tratamiento médico, fue herido en combate en la zona de Las Vueltas, Chalate, su caso fue delicado porque lo hirieron en un pulmón, pasó un año en Cuba, vivió con nosotros casi un año a terminar su tratamiento.

Este compa a pesar de su estado de salud, era de las fuerzas especiales de fmln, realizó acciones espectaculares en San Salvador, como disparar un cohete rpg-7 a la torre "Democracia" hoy citi bank, requizar armas a policías nacionales, ataque a postas de cuerpos represivos en diversos bancos de la capital.


El compañero se marchó a otra estructura, frecuentemente lo veo, es empleado público, vive bien y tiene familia, me alegro por él.

En 1990, me proponen incorporarme a una estructura de comandos urbanos como responsable de logística, sin embargo mi motivación había mermado, ya no era el mismo entusiasmo, las cosas no eran las mismas, una victoria revolucionaria era a esas alturas infinitamente imposible, dije que no, además ya estaba trabajando en una ong y estudiando en la universidad, mis metas eran otras, desde ese momento me desvinculé del partido, celebré la firma de los acuerdos de paz, como cualquier otro, sin sobresaltos de alegría ni mucho menos, no era ese el triunfo que esperaba, se desvaneció el sueño por el que tantos murieron, desaperecieron, fuimos capturados, arriesgamos nuestra familia, tiempo y el derecho a vivir la juventud como culaquier otro, por tan poco.


No quiero ser pesimista, pero pienso que el fanatismo exsacerbado, la tosudez y los dogmatismos de ideologías impuestas o copiadas desde otros lados no llevan a resultados positivos, debemos ser críticos ante todo, independientes en nuestros pensamientos y reflexiones y no dejarnos "endulzar los oídos" por personas que prometen bajar el cielo y la tierra, porque eso se llama demagogia.


La lucha del pueblo salvadoreño, debe dejarnos un aprendizaje o una lección clara, nos arriesgamos por nuestros sueños, lo dimos todo, subimos la frente cuando nos dijeron seguir agachados, recuperamos nuestra dignidad, levantamos benderas de rebeldía contra los establecido, fuimos originales y genuinos en nuestros ideales, eso es lo importante, quienes participamos en la lucha revolucionaria debemos caminar siempre con la cabeza en alto, porque fuimos revolucionarios de corazón y sin temor debemos contar a nuestros hijos sobre esa gesta libertaria mucho más importante que el tan cacareado Bicentenario...¿de qué? me pregunto.


finalizo con la oración de nuestro guerrillero heróico Ernesto "che" Guevara: "La revolución se  lleva en el corazón para morir por ella y no en la bolsa para vivir de ella". quien lea esta oración sabrá seguramente a qué y a quiénes me refiero.

viernes, 24 de junio de 2011

La toma fallida de una bodega tabacalera

Fue en mayo del 89 cuando nuestro responsable político militar nos giró la misión de unirnos a una operación de sabotaje de mayor magnitud; fue quizás, mis últimas acciones como miliciano, luego pasaría a otra estructura de cara a la ofensiva "Hasta el tope" en noviembre del 89.

La operación estaba prevista realizarla por la noche; la tabacalera estaba ubicada en Lourdes, Colón, departamento de La Libertad; según mis indagaciones, pertenecía a una firma internacional dueña también de la tabacalera Morazán, cuyas instalaciones se encontraban sobre el Bulevar del Ejército, Soyapango; ya en la década de los noventa, esta firma se trasladó a Honduras, dicen que una de las razones fue porque allá la mano de obra es más barata.


Esta acción revestía importancia porque se daba en el marco de acelerar el proceso de la guerra de liberación en el país y el desgaste a la economía nacional sostenida por los Estados Unidos y,  por franquicias que  "chupaban la sangre a los obreros" y esto les generaba grandes plusvalías (ver Marx y el capitalismo)

Íbamos con toda la emoción del mundo, Daniel y Yo, jovenes  nuestros corazones que latían a un ritmo acelerado porque no se trataba de una caminata de campo, entre amigos que se van de paseo a divertirse, sino, de reagruparse entre fuerzas gerrilleras para ir a "darle en la nuca" (como se decía en el caló salvadoreño en esa epoca) a la tabacalera de Lourdes, Colón.


Eran aproximadamente las ocho de la noche, tomamos el bus que nos conduciría hacia Lourdes, Colón; nos bajamos en el punto acordado; llevábamos una mochila cada uno donde cargábamos una segunda mudada y zapátos adecuados para caminar toda la noche.


A un costado, estaba un compañero  esperándonos en un pick up blanco, nos hicímos el santo y seña para cerciorarnos que éramos de los mismos;  dijo que nos subiéramos en la cama del vehículo en la cual iba una media docena de galones de gasolina.


Dos kilómetros adelante el vehículo se detuvo, estábamos en las afueras de Lourdes; el compañero nos dijo que lleváramos cada uno dos galones de gasolina, se nos entregó un arma corta para nuestra autodefensa, así, caminamos un largo sendero hasta internarnos en los cerros de este lugar al occidente del país.


Después de haber caminado unos cinco kilómetros o más de cafetales y cerros nos íbamos adentrando a la espesura de otra vegetación, más de montaña, eso me indicaba que estábamos más cerca del campamento de la guerrilla y más lejos de la civilización.


Llegámos por fin, ¡que alivio!, mis manos ya encalladas y dormidas por venir cargando los recipientes con gasolina me temblában, a lo mejor,  por la fuerza que hice poco más  de dos horas; de repente escuchámos un tropel en guinda desde una ladera que estába frente a nosotros, venían carcajeándose, bromeándo, en fin; lo primero que se me vino a mi mente...¡ya nos cayó el ejército!, pero nos dice el compa guía, no se aflijan, son compas...este es el campamento.


Me dije hacia mi mismo...-bueno, estos de "changoneta" se toman la guerra..cómo pueden hacer este relajo en medio del monte como si nadie se diera cuenta, y que tal si estuviera el enemigo al acecho...no quedaríamos ni para contarlo, o algún delator que anduviera por ahí cerca.


Conté aproximadamente 13 guerilleros, sumándonos Daniel y Yo, fuimos15, entre estos tan sólo una mujer. Este campamento, según supe, era móvil, pues esta zona no era de control guerrillero sino, de presencia, de tal manera que debía desplazarse cada cierto tiempo para despistar al ejército.


Iniciamos nuestra larga caminata, a Daniel y a mí por ser novatos en esos menestéres, nos volvieron a dar los recipientes plásticos de gasolina y a otro compa que no tengo la menor idea quién era: muchos andábamos camuflajeados y era difícil o imposible reconocernos. Íbamos de tres fuerzas guerrilleras que conformában el FMLN; de las FPL, RN y FAL.


Caminamos por más de dos horas, hasta llegar ala carretera panamericana, ahí nos concentramos y organizamos para penetrar en la tabacalera y sabotearla. Me entregaron un alicate, a Daniel también, esto, para cortar la malla metálica; para sorpresa nuestra, estos alicates no eran adecuados para cortar alambre de acero, le daba por un lado, por el otro y el alambre ni siquiera se veía dañado; otro compa más curtido en estas simplezas me lo quitó y con seguridad lo agarró y también fracasó en el intento, ¡vaya sorpresa!



La vigilancia de la tabacalera nos detectó, entonces, se les llamó a rendirse y que soltáran sus armas, pero en un santiamen se escondieron y, en vez de obedecernos por tener mayor fuerza numérica y armas largas, empezaron a llamar a la guarnición militar inmediata, en ese momento los responsables dicidieron desistir de nuestro intento de sabotear las instalaciones y se armó una breve escaramuza, no recuerdo de qué lado empezó a sonar los disparos, cada quien tomó posición y empezó a disparar, Milton y el compa de las FAL quienes eran los responsables del grupo, con su M16 dispararon a los vigilantes, Yo estaba a la par de ellos, hice lo mismo con mi pistola, de pronto, una lluvia de disparos pasó cerca de nuestros cuerpos, me lance por instinto a tierra, no recordaba que era una pendiente y que al fondo había una quebrada, caí de espaldas, mojé mi ropa pero salí bien librado de esa experiencia.



Para mi sorpresa, cuando íbamos de retirada, veo arriba del puente, sobre la carretera panamericana,a un sujeto con un lanzagranadas RPG 7, ¡vaya mierda...nos cayó el enemigo!, para mi suerte era un compa que estaba sirviendo de contención por si el ejérito  se acercaba.
A este compa le apodaban "el guardia", su aspecto era ese, de un guardia nacional, ni mas ni menos, pero muy aguerrido y audaz.


Nos preocupaba la suerte de los compas que estaban de contención,  también en un radio más  distante, era un compa de las RN y la compañera de las FPL; estos al oir el traqueteo de los fusíles dedujeron que la operación se habia frustrado, por tanto era casi seguro que el enemigo llegaría por ese lado.


En efecto, el ejército llegó por ese lado, nos contaron los compas después, que ellos iban en retirada y fueron detectados por el enemigo, les dipararon pero afortunadamente no hirieron a ninguno, tompoco ellos respondieron para dejar la impresión que eran sospechosos y tampoco delatar que sólo eran dos guerrilleros en retirada.


Reiniciamos nuestro propio via crucis, de nuevo caminamos por el mismo sendero, cafetales, cerros, barrancos, en fin, ya me había familiarizado con el lugar.


Conforme íbamos avanzando muchos compas se iban quedando en el camino; armas y ropa las íbamos enterrando, de repente me entregaron un M16 a Daniel también y nos reunieron con otros dos compas y nos asignaron la misión de llevar esas armas junto con el lanzagranada anti tanque a un cerrito todavía más lejos del lugar inicial.


Le quité el seguro al fusíl y emprendimos el viaje...

 Éran como las tres dela madrugada, casi por inercia caminábamos uno tras otro para no perdérnos en la oscuridad; el cansancio hacía meya y, de repente me quedaba dormido y caminando.


Me preguntaba a mi mismo, ¿y si el ejército estuviera al otro lado del camino y nos emboscara? ¿cuántos saldríamos vivos de esta o heridos ?  apresuré el paso y agarré bien el M16 por si acaso.


Por fin, llegamos al punto donde enterraríamos las armas y trataríamos de dormir un par de horas, así lo hicimos; al alba nos levantamos, sacamos nuestras mudadas que llevábamos en las mochilas y nos vestimos como simples mortales que andábamos de paseo por esa zona.


Logramos salir a la carretera del occidente que conduce a Lourdes, ahí cada quien se dispersó a lo suyo; tomamos el autobus que nos conduciría a Santa Tecla; llegué a mi casa, medio me cambié y me dirigí a la oficina de una ONg a trabajar como si nada hubiése pasado durante la noche.


Como joven de 21 años creía férreamente en que con estas acciones acelerábamos el proceso de cambio en el país a través de una guerra larga y cruenta pero que al final iba a valer la pena el sacrificio por mi país; no obstante, las cosas no sucedieron así, se vino la ofensiva del 89 y lo que parecía tan cercano era al mismo tiempo más lejano.


Nuestra participación como familia en los avatares de la ofensiva del 89, la contaré en un próximo relato hasta llegar a mis reflexiones de la post guerra sobre lo que debió ser y no fue y las esperanzas truncadas de los salvadoreños sobre la construcción de una sociedad nueva y el papel del fmln de hoy. Me tomo el derecho de opinar porque la historia no la tiene sólo la cúpula del fmln de hoy ni la militancia de hoy, la tenemos los salvadoreños que dejamos parte de nuestra vida en la lucha...sobre todo porque "...somos militantes de la vida...y porque nuestros muertos quieren que cantemos" (Mario Bennedetti)

domingo, 15 de mayo de 2011

Atacar al gigante dormido

Había quedado el armatoste de hierro semi destruído, como que quiere y no quiere ceder ante la gravedad de su propio peso, inclinado hacia un lado, con sus patas tambaleantes como si fuera a incarse o caerse de una vez por todas; sin embargo, se hallában fatalmente rígidas, lo cual le convertía presa de ella misma, ¿qué podíamos hacer por ella...?


Lo que se le ocurrió a estos tres novatos milicianos fue volver a pelear contra ese "molino de viento" y derribarlo de una vez por todas, aunque para eso se debia preparar el armamento necesario y la disposición correcta, no vaya a ser que el enemigo ya lo supiera y se nos adelantara y nos aguara la fiesta.


En la primera acción de sabotaje a la energía eléctrica esta torre fue dinamitada con varias cargas de TNT, pero no cayó, en la segunda, sí.



Los pormenores de un doble ataque al "gigante dormido"


Nuestro responsabe político militar nos giró la misión de volver a dinamitar la torre que conduce energía eléctrica desde Armenia hasta el puerto de Acajutla;  Armenia  no era la misma con el primer sabotaje sucedido semanas antes.


La presencia militar era más notoria, el ejército vigilaba las calles de la cuidad y sus contornos, sobre todo al pie de las torres que se encuentran enclavadas a lo largo de de esa cordillera occidental.


La noticia que nos llegó fue que las torres ubicadas en los contornos de Armenia habían sido minadas por el ejército, con el objetivo de impedir que fueran saboteadas de nuevo por la guerrilla.


Esto dificultaba aún más la operación, sin embargo, iniciamos los preparativos.


Trasladé en sacos llenos de maíz y frijol, las capsulas detonantes y la mecha lenta junto a las armas que utilizaríamos para nuestra autodefensa, la materia prima como el fertilizante y otro compuesto lo llevé en compartimientos muy bien camuflajeados.


Los compañeros ya tenían hecho los hoyos donde enterraríamos los materiales, era justamente en un ranchito de paja que lo utilizaban de bodega para guardar la cosecha, ahí, empezamos a preparar el explosivo, nos turnábamos para molerlo en los famosos molinos de metal utilizados por nuestras abuelas en la cocina, pues ni más ni menos, fueron de mucha utilidad.

Se había asignado una tarea a cada compañero, diariamente debían ir cada uno a determinada hora a vigilar la torre y movimiento del ejército, aún en la madrugada, que era la hora fijada para sabotear nuevamente dicho armatoste.


No hubo novedad fuera de lo normal como patrullajes de rutina, militarización de la ciudad ocacionalmente y sobrevuelos de helicópteros por la zona,

Por nuestra parte, mezclabamos los ingredientes precisos para elaborar los explosivos artesanales al tiempo que aceitábamos las armas cortas, unos cuantos ejercicios militares, funde y desenfunde del arma, cómo parapetarse a la hora de disparar, cómo arrastrarse sobre el suelo cuando se está enmedio de una balacera y lograr salir de ella. Sinceramente debo decir que estos compañeros tenían un temple de hierro a pesar de su edad avanzada, su firme convicción en la victoria estaba más que probada, rápido aprendieron el uso del arma corta, preparación de los explosivos y su colocación.


- Uno...dos...tres...¡boom...!


Llegó el día de la operación; llegué temprano al rancho de estos compañeros, me informaron que el ejercito no se había asomado por varios días sobre todo en la zona donde se haría la acción, sólo habían estado en la ciudad con patrullajes de rutina, empezamos a preparar los materiales para estar listos en la madrugada.


Me quedé de nuevo a dormir  en una hamáca que está en el patio de la casa,  eran alrededor de las 8:30 de la noche y no podía conciliar el sueño, en todo caso, mi rutina normal de dormir en mi casa era a las 10:00 u 11:00 de la noche, cuando me tocaba estudiar por algún trabajo en la universidad.


La luna medio iluminaba las ramas de los árboles que se movían al compás de una suave brisa nocturna, más de algún arbusto no dejaba de causarme temor, pues a lo lejos los veía como figuras humanas que venían hacia mí, me quedaba petrificado sólo observando como si eso me ayudaría a calmar mi angustia; así estuve por varias horas hasta quedarme dormido, a las 3:00 de la mañana ya estaba en pie para emprender nuestra marcha hacia el objetivo.


Caminamos por otro camino que los compañeros habían seleccionado y que consideraban más seguro que el anterior, sólo recuerdo que fuimos atravezando varios cercos ubicados en los traspatios de las casas vecinas, los perros ladraban a lo lejos, esto me daba cierto temor de ser descubiertos, afortunadamente no fue así, luego pasamos unos charrales que casi nos cubrían por completo, llegamos a una vereda que se extendía hasta encontrarse con una calle polvosa que nos llevaría hasta la torre que sería dinamitada.


Por fín llegamos al objetivo, nos quedamos un rato ocultos viendo la torre desde lejos con el objetivo de detectar fuerzas enemigas, mandé a un compañero a realizar un rastreo minucioso y verificar si en realidad estaba minado, ellos me dijeron que lo habían hecho anticipadamente, con una rama de un árbol  de buen tamaño, habían ido tocando los alrededores de la torre sin ninguna novedad, me di por satisfecho y al no detectar ningún movimiento extraño colocamos los explosivos.


Por aquello de la dudas, preferí colocar los explosivos personalmente subiéndome a la torre sin caminar sobre la tierra, no vaya a ser que esté minado, pensé.


Las cargas me costaron colocar aún más porque su tamaño y peso dificultaban manipularlas facilmente, había que amarrarlas con una "pita" fuerte junto a la base de hierro, luego extender  los cables, hacer los amarres necesarios y extenderlos hacia un bordo donde nos protegeríamos por las ondas expansivas.


En efecto, nos cubrimos, unimos los cables con los bordes de la batería y...¡boom...! explotó,
la mitad de la torre hacia arriba se dobló en dos pedazos; de nuevo una llamarada incandescente iluminó el lugar y empazamos a correr sigilosamente, eran mas o menos las cuatro de la mañana, llegamos a la casa de los compañeros, me cambié y me despedí de ellos.


Llegué al parque de la ciudad como a las 4:45 de la mañana, esperé el bus que me llevaría hasta Santa Tecla no sin antes tomarme mi respectivo atol shuco que cae de perlas a esa hora de la mañana.


La acción salió con éxito, varios días después, mi responsable me daba la noticia que la acción había sido exitosa y que habían valorado mi entrega a la causa, disciplina y responasibilidad y por esas razones habían decidido, el mando conjunto de la zona central darme el grado de "miembro del partido", a todo esto no alcanzaba a comprender la connotación de esta investidura, simplemente la asumí como tal, y me preparé para la siguiente misión.


Ahora, la pregunta subsiste, ¿valió la pena todo ese sacrificio? ¿no creo que alguien se meta a la guerra sabiendo que se va a perder, eso sería una tontería? ¿tampoco creo que los acuerdos de paz hayan solucionado todo, si se dejó puntos sumamente importantes que resolver y que causaron el conflicto armado? ¿ Estoy seguro que a pesar que la guerra terminó con los acuerdos de paz, habemos muchos ex combatientes que esperábamos mucho más, cambios estructurales en el país y no cosméticos o anti insurgentes?













domingo, 3 de abril de 2011

Los molinos de viento en Armenia

Eran como molinos de viento, esos que un día Don Quijote de la Mancha quiso derribar de un manotazo con la ayuda de su amigo Sancho creyendo que eran gigantes mounstrosos que acechaban sus vidas y la de los aldeanos.


MI historia trata sobre otro tipo de molinos de viento, más bien, gigantes de hierro enclavados en un cerro cerca del pueblo de Armenia al occidente del país, a los cuales me enfrenté y derribé con la ayuda de dos campesinos muy decididos.


Hago este símil porque en realidad nuestra lucha revolucionaria era muy quijotezca, un pueblo enfrentándose a un ejército bien entrenado y equipado por el imperio del norte, con sus armas sofisticadas, sus bombas de quinientas libras que arrasaban con todo ser vivo, sus aviones caza, tanques, en fin, una guerra desigual, sin embargo, nosotros abrigabamos en nuestro corazón y mente que la guerra la ganaríamos cueste lo que cueste, no era posible tanta sangre derramada, tantos muertos, desaparecidos, torturados, huérfanos, lisiados, que es lo que una guerra va dejando a su paso.


Visto así la situación, en ningún momento me cruzó por la mente renunciar a mi compromiso con la causa, la suerte estaba hechada y me dirigí a cumplir la misión.


Todo comenzó cuando me dieron la misión de coordinar el trabajo de milicias con dos campesinos que vivían en las orillas del pueblo de Armenia,al occidente del país, ubicado a unos 40 kilómetros de San Salvador.


Me parece que estos dos compañeros eran originarios de otro lugar del país, más bien eran desplazados por la guerra y habían optado  vivir en Armenia por ser un pueblo relativamente tranquilo de la represión gubernamental y del fragor de la guerra que se había extendido casi a todo el país. Sin embargo, en los próximos días, este pueblo sería noticia.


Fue más o menos en el mes de febrero de 1989, cuando establecimos contacto con ellos, los vi ya de edad avanzada pero con mucha convicción y energía para la lucha revolucionaria, pues es aquí y sólo aquí, en una guerra de liberación de un pueblo donde cada persona tiene  lugar y compromiso sin distinción de edad, sexo, clase social, etc.



Los preparativos para una noche de fiesta



La coordinación la iniciamos en el mes de febrero en Lourdes, municipio de Colón, La Libertad, ahí platicamos un rato, no había mucho de qué hablar, pues por medidas de seguridad no se permitía extenderse más de lo necesario, lógicamente, nuestro responsable orgánico nos presentó uno al otro, de otro modo, hubiera sido casi imposible la coordinación, pues los niveles de represión eran muy altos, era mejor hacerlo en este caso de manera personal y no a través del "conecte" con la famosa "leyenda" o "santo y seña".


Ahí acordamos con el compañero un conecte ya en la ciudad de Armenia (según decreto legislativo hoy ya es ciudad), él, me esperó en el parque y me llevó hasta su vivienda, me presentó a su hermano casi de la misma edad que él, a su esposa e hijos, la leyenda ante sus vecinos sería que ellos eran mis tíos un tanto lejanos y que nos habíamos reencontrado hace poco.


De entrada me dicuenta que eran campesinos muy humildes, una casita que era casi choza, de lodo y bahareque sus paredes, techo de lámina, camas de pita, dormían los seis miembros en el mismo cuarto, comían casi de milagro, frijoles con tortilla, se que la situación hoy día no ha cambiado mucho pero en ese momento sentía sin vacilación que nuestra lucha era justa, traigo a la memoria lo que un día el Comandante Marcial dijo luego de salir airoso con su pueblo en las montañas de Chalatenango bajo una invasión del ejército y asesores estadounidenses para capturarlo y al ver a su gente casi en arapos pero con vida-"...sufre mi pueblo intensamente...justa...mil veces justa es nuestra lucha de liberación"....- pero entonces usted ama la guerra le preguntó un periodista que los acompañaba...él con la mirada fija respondió...-¡ la odio...! 


Un día que llegué más temprano que de costumbre, les llevaba víveres que había conseguido con colaboradores, me parece que la hija de uno de los señores tenía un bebé de meses y necesitaba leche en polvo, le entregué un bote, por lo menos para unas semanas le serviría, tembién le entregué cincuenta colones de mi salario por ser empleado de una empresa que ensamblaba equipos electronicos.


 De esta manera empecé a llegar seguido a Armenia para reunirme con estos dos compañeros para hacer análisis de realidad, y comentar cómo iba el proceso de guerra de liberación del pueblo con el FMLN a la vanguardia.


Les expliqué las razones de mi presencia en su casa, la misión girada por la dirección orgánica era sabotear la red de energía eléctrica que conduce hasta el Puerto de Acajutla, de tal forma que teníamos que derribar por lo menos una torre que conduce la electricidad hasta esa zona de vital importancia para la economía del gobiero de turno, pues ahí están las instalaciones de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma, CEPA, que mueve mucho de la economía del país a través de las embarcaciones de todo el mundo y que necesitan de ese puerto.


Para hecernos una idea del tamaño de una torre eléctrica quizás puede compararse su altura a la de un edificio de tres plantas, su perímetro o base tendrá unos tres a cuatro metros cuadrados. Su estructura está hecha de hierro y acero fundido, de tal forma que para derribar un gigante de estos se necesita varias cargas de explosivos.


Empecé a llevar los materiales necesarios para la acción, bloques de TNT, cápsulas electrónicas detonantes, cables, baterías, armas, en fin, todos los implementos para un sabotaje de tal magnitud, debo contar que todos los materiales los llevé camuflageados en sacos de frijol, maíz, arroz, etc. en el transporte colectivo, bajo mi propio riesgo.

La fiesta fue a las ocho de la noche

 
Llegué temprano para el día de la acción, la hora cero sería las 8:00 de la noche, la distancia entre la vivienda de estos compañeros con la torre a derribar sería a lo sumo kilómetro a kilómetro y medio, caminamos los tres por un largo sendero en plena oscuridad, bordeamos la línea del tren ya en desuso, caminamos por unos cerritos y  llegamos a nuestro objetivo; cada uno llevaba un arma corta, en mi caso, siempre una 357 magnum, mohosa y una granada de mano.

Ya en el lugar,  empezamos a armar las cargas,  amarramos cada bloque de tnt a cada base de la torre, de tal manera que al estallar cada una doblaría el metal y la torre caería, eso lo suponíamos.


Dspués de amarrar los bloques a la torres, colocamos las capsulas detonantes en cada uno de estos y unimos sus cables rojo y negro, o sea el positivo y negativo con un cable mayor de unos 25 metros de longitud que daba a una batería de 12 voltios, nos protegimos en un barranquito que ahí había por aquello de las ondas expansivas y los miles de voltios que conducen estas torres para que no nos fuera a quemar el arco de electricidad que se forma al hacer el corto circuito.


Tomé los cables, el positivo y negativo en cada una de mis manos, les dije a los compañeros que se ocultaran, tomé la batería de 12 voltios que no era mas que una unión de 8 pilas RAYOVAC envueltas en papel periódico, me agaché y uní los polos a cada alambre, las cargas estallaron, se formó el arco de corriente alterna, salió humo después del estallido de los explosivos, el estruendo se sintió en todo Armenia y sus alrededores, pero la torre no cayó, uno de los señores dijo,- ya va a caer...el viento la va botar, nos retiramos a paso apresurado, sin que nos detectarán.


Llegamos a a la vivienda, nos acostamos,  me dieron una hamaca para dormir en el patio, pues adentro no cabía, además les dije que por cualquier cosa que llegara el ejercito, tendría chance de pegar "la guinda", esa noche dormí y no dormí, la adrenalina todavía flotaba en mi cuerpo, el arma la tenía en mi mano, a la espera de cualquier reacción del ejército, afortunadamente no pasó a más y la acción se cumplió.


De alguna forma logré conciliar el sueño, ya era casi de madrugada, una brisa fresca bañaba mi cuerpo, a lo lejos sólo el canto de las lechuzas, la aurora, el ruido de las hojas cuando el viento las agita, la luna asomó un poco más y en el firmamento una noche estrallada, sólo una pregunta asaltó mi mente... ¿cuánto más faltará para que amanezca...?

Supe días después a través de los compañeros campesinos que la torre no cayó, quedó diezma eso sí, el ejército montó un operativo en toda la zona buscando las columnas guerrilleras, en todo el pueblo sólo de eso se hablaba, algunos exageraban y decían que los guerrilleros se habían tomado Armenia, otros decían, -anoche anduvieron los muchachos y derribaron todas las torres que llegan hasta Acajutla, etc., etc.


Salí de madrugada de la casa de estos compañeros, tomé el bus que conduce hasta Santa  Tecla, no sin antes pasar por el parque de Armenia a tomar atol shuco, que cae de perlas a esa hora de la mañana.


La noticia salió en los medios, Armenia ya era famosa por esta acción, sin embargo, la torre no cayó, la siguiente misión fue volver a la escena y darle con todo para que se cayera, eso lo contaré en un próximo relato.

 

sábado, 12 de marzo de 2011

Tres tristes postes cayeron en Merliot


Como ya le habíamos agarrado el gusto a las andanzas de sabotaje a la energía eléctrica, la organización (fpl-fmln) nos dió la misión de volar esta vez,  no uno sino tres postes del tendido eléctrico ubicados en el desvío de  Ciudad Merliot, lugar que colinda entre Santa Tecla y Antiguo Cuscatlán, conocido mejor como "El Trébol".


Esta acción coincidía con otra campaña militar decretada por el FMLN durante febrero del 89. La noche de la acción militar todo el país iba a ser testigo de la fuerza político-militar de la guerrilla en el marco del desgaste a la economía de guerra fianaciada por los Estados Unidos y su gobierno títere (como hoy día siguen habiendo a lo largo y ancho del globo terraqueo).


Nuestro jefe politico militar de seudónimo Milton, nos dijo que esa noche operaríamos en todo Santa Tecla de manera combinada con otras organizaciones hermanas del fmln y también por células, la orden estaba dada para las 22 horas (10:00pm).


Trazado nuestro objetivo, que en nuestro caso eran los tres postes que conducen energía eléctrica hacia el Puerto de la Libertad, si no me equivoco, empezamos a movilizarnos para planificar y ejecutar esta acción.


Terminamos de preparar los explosivos que habíamos dejado pendiente para la primera acción, esta vez sí las utlizaríamos, trabajamos toda la noche en el negocio de una colaboradora, ahí afinamos detalles de quienes participaríamos y como trasladaríamos las bombas, pues eran tres "papayas" de regular tamaño.




Decidimos que participaríamos tres, Daniel, Sonia y Eden (yo); cada uno de nosotros trasladaría en una mochila su respectiva bomba, si no me equivoco cada una de esta pesaba alrededor de 12 a 15 libras y el bulto era considerable para alguien que la llevara en una mochila y en un bus del transporte colectivo.




Salimos desde el negocio de la colaboradora que está justo frente al  local  del fmln hoy día, como a las 8:00 de la noche, pues el negocio de esta compañera era una tienda y no dejaba de llegar gente; ella dijo, que si salíamos los tres juntos y con una mochila cada uno era muy sospechoso, mejor que lo hicieramos por separado, y así lo hicimos.


Salí primero a tomar el bus de la 101, acordamos con Daniel que lo hicera junto con Sonia, pues ella no conocía el trayecto ni el objetivo.


Previamente con Daniel habíamos ubicado el lugar y la posibles rutas de llegada y de retirada como siempre se hacía, para el caso entraríamos por el lugar conocido como "La Puerta" de Antiguo Cuscatlán, nos internaríamos por las pocas fincas que aún existían hasta llegar al lugar  que hoy se conoce como  Bulevar Orden de Malta en la zona exclusiva de  Santa Elena.


Cada uno de nosotros llevaba aparte de la "papaya" en su mochila, un revolver, Yo, además del revólver cargaba una granada de mano, por cualquier eventualidad e imprevisto.


El primer tropiezo...unos vigilantes


Caminando entre los cafetales de la finca Santa Elena varios kilómetros, bajamos un cerrito y ahí estaba la calle que hoy se llama Bulevar Orden de Malta, justo en ese lugar nos encontramos con todo tipo de maquinaria pesada de construcción, tractores, palas mecánicas, camiones,etc. por supuesto trabajadores y vigilantes que cuidaban dicha maquinaria.


Daniel, Sonia y yo, nos concentramos para discutir cómo le haríamos para cruzarnos la calle sin ser descubiertos y entrar a otro cafetal que nos llevaría a los tres postes que esperaban por nosotros.


El tiempo corría, ya nos habíamos pasado de la hora cero, se escuchaba a lo lejos, detonaciones de bombas, tableteo de fusilería, en fin la fiesta empezaba y nosotros nada aún.



Decidimos esperar un rato mientras los vigilantes platicaban y caminaban de un lugar  a otro, nosotros nos escondimos en la maleza armas en mano por cualquier escaramuza, recuerdo que un vigilante casi pone sus botas sobre la mochila que yo había puesto a un lado para descanzar un rato, ¡ vaya susto que pasamos!


Mi corazón palpitaba a cien por hora, llegué hasta creer que mis latidos los escucharía algún vigilante y eso nos delataría, la misma situación pasaba con Daniel y Sonia.


De nuevo como en otras acciones en las que participé, cerré mis hojos y me imaginé estar en mi casa con mi familia durmiendo plácidamente, de repente recapacitaba y pensaba que si no nos decidíamos a cruzar la calle ibamos a amanecer frente a los vigilantes o en alguna celda en el peor de la suerte si llegaban a detectarnos con bombas y armados, a no ser que opusiéramos resistencia y se armara un "safarrancho" con consecuencias fatales para ambos bandos, porque tampoco ibamos a estar mancos para no responder, en fin,  todo eso se cruzaba en mi cabeza.



Pensando en eso estaba cuando de repente los vigilantes se concentraron a tomar café y eso nos ayudó para cruzarnos la bendita calle sin ser descubiertos y en plena oscuridad.


Pasamos por unos cafetales donde hoy  son las instalaciones del Canal 12 de televisión, nos atravezamos toda esa zona, de tal manera de no ser descubiertos puesto que también metros abajo estaba en construcción lo que hoy es la imponente embajada de los Estados Unidos y ahí debíamos tener mucho más cuidado.


Llegamos al objetivo....nos disparan otros vigilantes



Después de haber atravezado varias manzanas de cafetales, perros ladrando, susurros de gente desde las casitas de colonos de la  finca Santa Elena, por fín llegamos a los tres postes que serían dinamitados.
 
A todo esto los compañeros de la Resistencia Nacional, ya habían hecho la tarea, dinamitaron dos postes del tendido eléctrico por el rastro municipal de Santa Tecla, Milton y otros compañeros habían penetrado a las instalaciones de las oficinas del Instituto Salvadoreño de iInvestigación del Café, ISIC, justo donde hoy queda el Ministerio de Agricultura y Ganadería, MAG.


Ahí procedieron a incendiar las instalaciones y siete vehículos nacionales, la seguridad no opuso resistencia y todo salió bien, con Milton iba una compañera miliciana universitaria de nuestro colectivo, ella, una muchacha de clase acomodada participando en acciones de sabotaje, ¿-qué dirían sus padres si supieran...me preguntaba?

Por fin llegamos a nuestro objetivo, después de atravezar un sin fín de peripecias, pienso ahora que nada nos hubiera costado decirle al cobrador del bus de la 101, que nos bajara frente a los tres postes, pues casi enfrente estaba la parada de buses, ¡es broma!


Nos ubicamos a unos 10 metros de los postes, sacamos las papayas de las mochilas de cada uno junto con las cápsulas detonante, la mecha lenta y un rollo bastante grueso de "pita" o lazo de mezcal para amarrar cada bomba a su respectivo poste.


Cada uno ayudaba al otro, primero, amarramos la bomba de Sonia (ella primero por ser mujer), luego la de  Daniel y último la mía; cabe aclarar que todo esto lo hacíamos con mucho sigílo, pues cualquier ruido podría delatarnos.


Amarradas las  bombas a los postes, nos distribuímos uno en cada objetivo, nos dimos un tiempo estipulado que nos llevaría para encender la mecha, procedimos a prenderle fuego al mismo tiempo, Sonia tardó un poco más porque la mecha tardo en agarrar fuego, nuestros nervios estaban al tope, por fín llegó y salimos a escondernos atrás de unos árboles, las tres bombas casi estallaron al unísono, uno de los postes no cayó del todo, a lo mejor la bomba había perdido efecto o los ingredientes no estuvieron correctamente distribuidos.


El estruendo fue tal que unos vigilantes de una empresa que quedaba frente a estos tres postes ya caídos nos dispararon con sus armas automáticas, en ese instante  lo único que se nos ocurrió fue huír de ese lugar lo más rápido posible, porque de un momento a otro seguramente llegaría el ejercito o algún helicóptero a revisar la zona,

Corrimos a más no poder, nos encontramos un cerco de alambre de púas que ni recuerdo cómo lo salté de un sólo, más tarde cuando ya estábamos lejos del lugar, me di cuenta que mi dedo pulgar de la mano derecha sangraba, era una herida leve que me la hice cuando salté la alambrada en la huída, no sentía dolor alguno, pues estábamos calientes todavía por la adrenalina en nuestros cuerpos y el miedo a que nos cayera alguna bala de los vigilantes que también ellos del miedo disparaban a lo loco, quizás pensaban que éramos todo un pelotón que había ejecutado dicha acción miliciana.


Para no levantar sospechas, pues eran las 12 de la noche, decidimos quedarnos a dormir (si es que podíamos) en el cafetal, habían unos hoyos que hacen los agricultores para hechar el abono a los árboles de café y tirar las hojas secas cuando limpian los surcos en la tierra, eso nos sirvió de camuflaje, nos escondimos cada uno en su respectivo hoyo y nos hechamos encima las hojas, de tal manera que quedábamos cubiertos de pie a cabeza, algo así como semi enterrados, para no ser descubiertos por si el ejercito rastreaba la zona.


A las cinco de la mañana despertamos, cada uno llevaba un "pans" y camiseta en la mochila, nos la pusimos y dejamos la ropa que andábamos puesta en la mochila y estas, enterradas en los hoyos, uni de nosotros fue días después a recogerlas sin levantar sospecha.


La acción salió en los medios, Daniel y Yo nos encargamos de hablar a emisoras radiales que "Comandos Urbanos" nos responsabilizábamos de tal acción en el marco de la campaña militar del FMLN de sabotaje a la economía de guerra del régimen.


Cuando íbamos a estudiar a la Universidad pasamos viendo tras la ventana del bus, los tres tristes postes que pagaron las consecuencias de la acción de tres milicianos universitarios tecleños que ya tenían algo qué contar muchos años después a las nuevas generaciones de jóvenes, esto, que conste, no es una apología a la guerra sino, relatar el papel que asumimos jovenes salvadoreños en un lugar, tiempo y situación determinada por cambiar las cosas que estaban mal en el país desde la raíz, ahora,  ya es parte de la memoria histórica.

sábado, 19 de febrero de 2011

La terquedad de los jóvenes rebeldes

Al haber resuelto mi situación orgánica dentro del partido, continúo trabajando en las milicias populares en Santa Tecla, ya el colectivo está maduro para realizar acciones de mayor envergadura, éramos alrededor de 6 miembros y algunos colaboradores que nos prestaban sus viviendas para nuestras reuniones ordinarias, guardar armamento y materia prima para la fabricación de explosivos.

La mayoría de nuestros colaboradores era gente cristiana de las comunidades de base de Santa Tecla, con una práctica de fe muy definida y coherente con la realidad del momento, en todo caso, gente muy dispuesta y valiente, puesto que prestar la casa aunque sea para una reunión significaba la cárcel o en el peor de la suerte, el desaparecimiento o la muerte.


Nuestra célula de milicias, como he dicho en otros relatos, estaba compuesta por jóvenes universitarios de clase media baja( 4 hombres, 2 mujeres)   sin mayor preparación militar que la misma práctica nos iba dando, salvo algunas instrucciones y entrenamientos que dos del grupo habíamos recibido en un campamento militar en unos cerros de Tamanique departamento de La Libertad.


Debo aclarar que nuestro colectivo era uno entre muchos que estaban activos a lo largo y ancho del pais compuesto por las diferentes fuerzas político militares que conformaban el FMLN histórico, cada colectivo tenía una red de colaboradores e infrestructura necesaria para operar en la lucha de liberación, sin embargo, no siempre se daba  las condiciones y buen desarrollo de cada una, primero, porque en un país en guerra es difícil  la comunicación normal entre células y mandos de dirección, otro, la verticalidad con que se hacían las cosas, porque no decirlo, la tosudez de algunos compañeros para ver sólo blanco y negro en la metodología de lucha, en fin.

Otra debilidad en nuestro grupo fue que no contábamos con infraestructura o logística necesaria para desarrollar a plenitud nuestras misiones, por ejemplo, no contábamos con un vehículo para nuestra movilización, el traslado de armas, propaganda, explosivos,etc. lo hacíamos a pie y en transporte colectivo, corriendo el riesgo de ser detectados con mayor facilidad.

Otra situación que plantee a mi responsable era que no contábamos con  un equipo fijo de armas o municiones, siempre nos tocaba esperar a que otro colectivo de la misma fuerza revolucionaria  u otra fuerza hermana las desocupara para luego usarlas nosotros, esto limitaba la capacidad y constancia de nuestra operatividad.

En nuestro colectivo tampoco contábamos con estipendio( dinero que daba la organización), salvo para comprar materia prima para la elaboración de "bombas", o  "spray" para realizar pintas; el traslado de cada miembro lo hacíamos con nuestros propios recursos, algunos trabajabamos asalariadamente y esto nos ayudaba a solventar estos gastos.

Muchas veces nos tocaba ayudarle económicamente a nuestro responsable, puesto que ni a él le alcanzaba lo que el partido le daba en calidad de estipendio, nos turnábamos para darle alojamiento y alimentación cuando le tocaba permanecer varios días en Santa Tecla; y así el transcurrir de esos días, meses, sin que se hiciera algo al respecto.


En los primeros meses previos a la Ofensiva del 89

Fue en los primeros días del mes de enero del 89 cuando planificamos una acción fuerte en el marco del desgaste a la economía de guerra que administraba el gobierno de José Napoleón Duarte quien llegaba a sus últimos meses en el poder.

La acción a ejecutar era la voladura de un poste de la red del  tendido eléctrico que lleva energía al Puerto de Acajutla, su ubicación estaba en lo que se le denomina "la cordillera del bálsamo" frente a la ciudad de Santa Tecla o mejor conocido como "las colinas" donde fue el terremoto del 2001.

Para tal operación Milton llevó un quintal de fertilizante a un negocio de una colaboradora, ahí se confundió con la mercadería y todo bien; otro colaborador nos compró otro elemento químico que sólo en las ferreterías  y establecimiento donde se vende implementos para pintura de vehículos lo tienen.


Nos conseguimos unos molinos manuales de metal que se usan para moler frijoles, frutas, semillas, etc. para moler los materiales que formarían las cargas detonantes o mejor conocidas como "papayas" .

Como estaba en curso una campaña militar que el fmln había decretado, Milton nos llevó varios bloques de TNT, (explosivo plástico que usan los ingenieros en las minas) en vez de las cargas que aún no habíamos terminado, junto con la mecha lenta y las capsulas detonantes.

En el mismo saco de fertilizante iban 2 armas cortas, una pistola marca PTT y una 9mm., para Daniel y para mí.

El lugar ya estaba ubicado desde hace varios días, no había ningún inconveniente, dejamos la operación para un domingo 8 de febrero a las 7:00 de la noche. En la mañana de ese mismo día fuimos a dejar las cargas explosivas cerca del objetivo, muy bien enterradas.

Unas tres horas antes de la acción llegué a la casa de Daniel con la "pantalla" que erámos estudiantes universitarios, con mis cuadernos y todo; nos encerramos en el cuarto de estudio y nos dispusimos a limpiar las armas, sabíamos del riesgo que eso implicaba, ser descubiertos por su propia familia o se nos fuera un tiro, no queríamos ni pensarlo, sin embargo pasó.

Mi trauma desvelado...se me fue un tiro

Limpiando la famosa "PTT"  cuando le pregunto a Daniel, -¿ya le sacaste los tiros de la recámara?, ¡sí...todos!, en eso estaba cuando me dispongo a verificar y no salió ningún tiro, de repente cuando mi dedo índice se desliza lentamente por el gatillo del arma, esta se dispara en un "santiamen", se  oye un fuerte estallido dentro del cuarto de estudio, el disparo había caído a centímetros de Daniel, ¡vaya susto!.

De pronto la hermana de Daniel toca la puerta con apuro, -¿qué sucede? pregunta, -¡nada!, responde Daniel...- es que éste bromeando conmigo me tiró un cohete da navidad...ja, ja,ja.

Creo sin temor a equivocarme que la hermana de Daniel no se tragó la respuesta, los dos estábamos pálidos del susto, no hallábamos qué hacer en ese momento, lo único que se le ocurrió a Daniel fue pegarle un pedazo de tirro al lugar donde había caído el disparo que fue en el piso para que nadie lo notara, según nuestra ingenuidad eso calmaría la angustia.

Ahora reflexiono después de casi veinte años, ¿qué hubiera pasado si el disparo hubiera caído sobre el cuerpo de Daniel?, sería un trauma que llevaría toda mi vida aunque estuviera en la cárcel pagando por un accidente de "jóvenes rebeldes", la suerte estuvo de mi parte y las medidas de precaución que cumplí a cabalidad como es, mantener el arma siempre apuntando hacia el piso y no hacia ningún objetivo o hacia arriba, esto  salvó la vida a dos milicianos tecleños.

Siguiendo con el relato, pálidos y nerviosos continuamos limpiando las armas cortas, nos dispusimos a salir a realizar la acción de sabotaje, cada uno llevaría una biblia en mano como si fuéramos "evangélicos", con ropa formal y una chumpa o abrigo por que saldríamos noche del "culto", las armas las llevábamos escondidas en las chumpas.

Entramos por la colonia Las Delicias de Santa Tecla, atravesamos varios cafetales hasta llegar al lugar donde habíamos enterrado los explosivos, dispusimos a desenterrarlos y hacer las conexiones respectivas en el poste conductor de energía eléctrica.

Yo hice las conexiones respectivas hasta encender la mecha lenta, Daniel cubría la retaguardia, como a 150 metros estaba otro compañero colaborador que nos serviría de antena, es decir, avisaría si el ejército gubernamental se acercaba o de algún movimiento sospechoso en los alrededores, de esta manera nosotros ya no saldríamos por el camino fijado sino, por otra vía alterna como plan B.


A la hora de encender la mecha lenta, estaba un poco húmeda y no encendía, yo estaba parado sobre un tronco y no me había fijado que a un costado había un hoyo como de metro y medio de profundidad, justo al momento de encender la mecha, esta ya no era lenta porque el fuego la fue consumiendo a toda velocidad; a la hora de correr me trabé en el tronco y caí de bruces, como pude me levante inmediatamente y seguí corriendo, no había pasado ni diez segundos cuando estalló la bomba, se iluminó todo el cafetal, el poste cayó de inmediato.


El plan no nos salió como esperábamos, a medio camino explotó la bomba cuando salimos del cafetal ya había alguna gente viendo la llamarada y preguntándose dónde había sido el estruendo, el compa Miguel nos dijo que no había problema que nos retiráramos de la zona.

Caminámos acelerados y se nos ecercó un amigo de Miguel quien trabajaba para la radio YSAX de reportero, nos pregunta exaltado, ¿dónde fue la bomba?, ¡a saber...! responde MIguel, -nombre...decíme donde fué! insistió, me parece que este reportero sospechaba que nosotros habíamos colocado la bomba y que se había escuchado en toda la ciudad de Santa Tecla y alrededores.

Al notar su insistencia me dirijo hacia él de manera disuasoria, llevo mi mano a mi cintura justo donde llevaba la famosa "PTT " y le digo ¡qué pasa aquí...dejános retirarnos!, él nos dejó inmediatamente y comprendió que éramos nosotros los autores de la acción, mandó su despacho noticioso a la Radio YSAX en el que resaltaba que comandos urbanos habían hecho estallar una bomba de alto poder explosivo que había dejado a oscuras todo la zona del Puerto de Acajutla y que en su retirada habían dejado panfletos haciendo un llamado a miembros del Ejército gubernamental a pasarse a las filas del FMLN y luchar junto al pueblo.

En efecto, dejamos hojas volantes al pie del poste y contornos donde hacíamos ese llamado a la Fuerza Armada del país a luchar junto al pueblo y derrotar la dictadura.

Caminamos más a prisa y fuimos a dejar las armas a una casa de una joven colaboradora que vívía en un mesón qu aún existe y que está ubicado justo frente al local del FMLN (partido electorero, hoy día)...¡las vueltas que da la vida!

A esto le llamo, ¡vivir para contarlo!




viernes, 28 de enero de 2011

-Te toca irte a Cahalate, compa...

Luego que fui capturado y puesto en libertad, pasé alrededor de cuatro meses inactivo en el trabajo orgánico; de la empresa donde laboraba me despidieron al enterearse de las razones de mi captura.

Para no quedar completamente en el aire, retome mis estudios universitarios, esto me ayudó de alguna manera a superar el trauma de la cárcel.

Como estabamos en guerra y había que guardar la medidas de seguridad, no me visitaba nadie ni yo visitaba a mis amigos, mucho menos gente organizada por aquello de la compartimentación.

Milton quien era mi responsable, había sido herido en una acción militar en Tamanique y estaba curandose en un lugar clandestino, mi nuevo responsable temporal fue Julio (su seudónimo), al momento de mi captura él fungía como mi coordinador.

Al tercer día de mi captura, habíamos dejado un "conecte" con Julio justamente en el Cafetalón de Santa Tecla donde hay canchas de futbol, él me espero un Domingo a las tres de la tarde sin saber que estaba siendo interrogado por la "secreta" de la Policía Nacional en el Castillo.

Cuando Julio visita el negocio de mi madre el lunes siguiente, conoce la noticia de mi captura, queda pálido de la impresión pero a la vez reconfortado al saber que no me habían asesinado, ni desaparecido, inmediatamente echa a andar el mecanismo de seguridad para el colectivo.

De esta manera, considero que Julio, el compa de quien guardo un profundo respeto y admiración, se dio cuenta de mi contextura revolucionaria, porque a tres días de mi captura muy facilmente pudo haber sido capturado en el Cafetalón si yo hubiera flaqueado y traicionado a mis compañeros.


Un 13 de septiembre me ofrecen irme a Chalate

Pasado los meses de encierro en mi casa, me contacto con Julio, nos citamos en un cafetín que queda atrás del Hospital de Maternidad en San Salvador, ahí me dice que lo único que me toca es irme a un frente de guerra y sería en Chalatenango porque ya estoy "quemado" (ubicado por la PN).


Justo a la hora que estábamos platicando, escuchamos la noticia que los estudiantes de la U estaban siendo masacrados cerca al centro de Gobierno, ellos exigían presupuesto para la Universidad.

Me doy cuenta que se van cerrando aún más los espacios para la protesta social y lo que toca es definirse en la actuación revolucionaria, no obstante, me generan dudas e incertidumbres irme a Chalate, primero porque mi madre que ya había sufrido con mi captura y ahora darle la noticia de irme por tiempo indefinido sin vernos y sin saber si estaría vivo o muerto.


Todo eso, pesó a la hora de decidirme, además, mi preparación militar no era tan buena que digamos, en vez de ayudar causaría estorbo, así soy Yo, cuando debo decidirme por algo muy delicado, lo pienso una y mil veces para no cometer un error del cual podría arrepentirme, estando vivo, porque muerto "p´qué..." y en Chalate tuve el presentimiento que quizás no regresaría.


Le pedí  a Julio que lo pensaría detenidamente y hablaría con mi familia por que al final me debía a ellos y pesaría lo que me contestaran en apoyo o desacuerdo de mi decisión.

No pasó mucho tiempo, cuando volví a contactarme esta vez con Milton, ya había sanado de la herida de bala en el pie, Julio ya había pasado a otra estructura de la organización.

Mucho tiempo después fue Milton quien me contó de la caída en combate de Julio por la zona de la colonia San Benito durante la ofensiva del 89, el fue herido en el abdomen por el ejército, los compañeros querían llevárselo cargado pero el sabía que el ejército estaba muy cerca y eran cientos, les dijo,- dejenme compas...vayanse yo les cubro la retirada...  ¡HONOR Y GLORIA PARA UN HOMBRE VALIENTE...EL HOMBRE NUEVO... HECHO DE ARCILLA Y FUEGO!

A Milton le expliqué que no me iba a Chalate pero quería seguir en la milicias haciendo otras tareas, me contestó mas o menos que correría bajo mi propio riesgo puesto que mi situación era delicada.

En efecto, seguí trabajando aun más en la clandestinidad, para la zona de Armenia, Zaragoza y Santa Tecla pero con más cautela y siempre armado porque el el ejército ya no me creería que lo hice por dinero, esta vez, iba a ser en serio.