domingo, 15 de mayo de 2011

Atacar al gigante dormido

Había quedado el armatoste de hierro semi destruído, como que quiere y no quiere ceder ante la gravedad de su propio peso, inclinado hacia un lado, con sus patas tambaleantes como si fuera a incarse o caerse de una vez por todas; sin embargo, se hallában fatalmente rígidas, lo cual le convertía presa de ella misma, ¿qué podíamos hacer por ella...?


Lo que se le ocurrió a estos tres novatos milicianos fue volver a pelear contra ese "molino de viento" y derribarlo de una vez por todas, aunque para eso se debia preparar el armamento necesario y la disposición correcta, no vaya a ser que el enemigo ya lo supiera y se nos adelantara y nos aguara la fiesta.


En la primera acción de sabotaje a la energía eléctrica esta torre fue dinamitada con varias cargas de TNT, pero no cayó, en la segunda, sí.



Los pormenores de un doble ataque al "gigante dormido"


Nuestro responsabe político militar nos giró la misión de volver a dinamitar la torre que conduce energía eléctrica desde Armenia hasta el puerto de Acajutla;  Armenia  no era la misma con el primer sabotaje sucedido semanas antes.


La presencia militar era más notoria, el ejército vigilaba las calles de la cuidad y sus contornos, sobre todo al pie de las torres que se encuentran enclavadas a lo largo de de esa cordillera occidental.


La noticia que nos llegó fue que las torres ubicadas en los contornos de Armenia habían sido minadas por el ejército, con el objetivo de impedir que fueran saboteadas de nuevo por la guerrilla.


Esto dificultaba aún más la operación, sin embargo, iniciamos los preparativos.


Trasladé en sacos llenos de maíz y frijol, las capsulas detonantes y la mecha lenta junto a las armas que utilizaríamos para nuestra autodefensa, la materia prima como el fertilizante y otro compuesto lo llevé en compartimientos muy bien camuflajeados.


Los compañeros ya tenían hecho los hoyos donde enterraríamos los materiales, era justamente en un ranchito de paja que lo utilizaban de bodega para guardar la cosecha, ahí, empezamos a preparar el explosivo, nos turnábamos para molerlo en los famosos molinos de metal utilizados por nuestras abuelas en la cocina, pues ni más ni menos, fueron de mucha utilidad.

Se había asignado una tarea a cada compañero, diariamente debían ir cada uno a determinada hora a vigilar la torre y movimiento del ejército, aún en la madrugada, que era la hora fijada para sabotear nuevamente dicho armatoste.


No hubo novedad fuera de lo normal como patrullajes de rutina, militarización de la ciudad ocacionalmente y sobrevuelos de helicópteros por la zona,

Por nuestra parte, mezclabamos los ingredientes precisos para elaborar los explosivos artesanales al tiempo que aceitábamos las armas cortas, unos cuantos ejercicios militares, funde y desenfunde del arma, cómo parapetarse a la hora de disparar, cómo arrastrarse sobre el suelo cuando se está enmedio de una balacera y lograr salir de ella. Sinceramente debo decir que estos compañeros tenían un temple de hierro a pesar de su edad avanzada, su firme convicción en la victoria estaba más que probada, rápido aprendieron el uso del arma corta, preparación de los explosivos y su colocación.


- Uno...dos...tres...¡boom...!


Llegó el día de la operación; llegué temprano al rancho de estos compañeros, me informaron que el ejercito no se había asomado por varios días sobre todo en la zona donde se haría la acción, sólo habían estado en la ciudad con patrullajes de rutina, empezamos a preparar los materiales para estar listos en la madrugada.


Me quedé de nuevo a dormir  en una hamáca que está en el patio de la casa,  eran alrededor de las 8:30 de la noche y no podía conciliar el sueño, en todo caso, mi rutina normal de dormir en mi casa era a las 10:00 u 11:00 de la noche, cuando me tocaba estudiar por algún trabajo en la universidad.


La luna medio iluminaba las ramas de los árboles que se movían al compás de una suave brisa nocturna, más de algún arbusto no dejaba de causarme temor, pues a lo lejos los veía como figuras humanas que venían hacia mí, me quedaba petrificado sólo observando como si eso me ayudaría a calmar mi angustia; así estuve por varias horas hasta quedarme dormido, a las 3:00 de la mañana ya estaba en pie para emprender nuestra marcha hacia el objetivo.


Caminamos por otro camino que los compañeros habían seleccionado y que consideraban más seguro que el anterior, sólo recuerdo que fuimos atravezando varios cercos ubicados en los traspatios de las casas vecinas, los perros ladraban a lo lejos, esto me daba cierto temor de ser descubiertos, afortunadamente no fue así, luego pasamos unos charrales que casi nos cubrían por completo, llegamos a una vereda que se extendía hasta encontrarse con una calle polvosa que nos llevaría hasta la torre que sería dinamitada.


Por fín llegamos al objetivo, nos quedamos un rato ocultos viendo la torre desde lejos con el objetivo de detectar fuerzas enemigas, mandé a un compañero a realizar un rastreo minucioso y verificar si en realidad estaba minado, ellos me dijeron que lo habían hecho anticipadamente, con una rama de un árbol  de buen tamaño, habían ido tocando los alrededores de la torre sin ninguna novedad, me di por satisfecho y al no detectar ningún movimiento extraño colocamos los explosivos.


Por aquello de la dudas, preferí colocar los explosivos personalmente subiéndome a la torre sin caminar sobre la tierra, no vaya a ser que esté minado, pensé.


Las cargas me costaron colocar aún más porque su tamaño y peso dificultaban manipularlas facilmente, había que amarrarlas con una "pita" fuerte junto a la base de hierro, luego extender  los cables, hacer los amarres necesarios y extenderlos hacia un bordo donde nos protegeríamos por las ondas expansivas.


En efecto, nos cubrimos, unimos los cables con los bordes de la batería y...¡boom...! explotó,
la mitad de la torre hacia arriba se dobló en dos pedazos; de nuevo una llamarada incandescente iluminó el lugar y empazamos a correr sigilosamente, eran mas o menos las cuatro de la mañana, llegamos a la casa de los compañeros, me cambié y me despedí de ellos.


Llegué al parque de la ciudad como a las 4:45 de la mañana, esperé el bus que me llevaría hasta Santa Tecla no sin antes tomarme mi respectivo atol shuco que cae de perlas a esa hora de la mañana.


La acción salió con éxito, varios días después, mi responsable me daba la noticia que la acción había sido exitosa y que habían valorado mi entrega a la causa, disciplina y responasibilidad y por esas razones habían decidido, el mando conjunto de la zona central darme el grado de "miembro del partido", a todo esto no alcanzaba a comprender la connotación de esta investidura, simplemente la asumí como tal, y me preparé para la siguiente misión.


Ahora, la pregunta subsiste, ¿valió la pena todo ese sacrificio? ¿no creo que alguien se meta a la guerra sabiendo que se va a perder, eso sería una tontería? ¿tampoco creo que los acuerdos de paz hayan solucionado todo, si se dejó puntos sumamente importantes que resolver y que causaron el conflicto armado? ¿ Estoy seguro que a pesar que la guerra terminó con los acuerdos de paz, habemos muchos ex combatientes que esperábamos mucho más, cambios estructurales en el país y no cosméticos o anti insurgentes?













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