sábado, 7 de noviembre de 2009

Una toma de iglesia en Santa Tecla

Era agosto del 79, varias decenas de campesinos habían llegado temprano a la iglesia San Antonio de Santa Tecla, no para oír la misa de las 6 de la mañana sino, para realizar una toma pacífica desde donde denunciarían la represión de la que eran víctimas en sus lugares de origen, me parece que llegaban desde Cinquera y cantones aledaños. La iglesia San Antonio estaba ubicada sobre la carretera que conduce hacia San Salvador, mejor conocida como la Panamericana, ahora, creo que está a un costado sobre la carretera que conduce hacia el Puerto de La libertad, debido al terremoto del 2001 quedó seriamente dañada y la reestructuraron.

Yo, estudiaba en la Escuela José Ciriaco López de Santa Tecla, caminaba desde la novena avenida sur hasta donde hoy se ubica la iglesia “Concepción”, más o menos hay kilómetro y medio de distancia, cuando pasé por la iglesia San Antonio, ví que los portones estaban cerrados y colgaban varias mantas en la torre del campanario y el muro al pie de la acera, habían colocado unos altoparlantes en el campanario desde donde se escuchaba música del grupo venezolano “Los Guaraguao” cantando, “Soldado Amigo”, “Perdóneme Tío Juan” y otras más.

Así pasaron varios días, cada cierto tiempo, paraban la música y empezaba uno de ellos a explicar los motivos de la toma, llamaba al pueblo a unirse y luchar para que el ejército parara la represión, algunas personas se acercaban a escucharles y a darles alguna colaboración en dinero, otros, se quedaban algo retirados y observaban con mucha curiosidad; en Santa Tecla, no solía pasar este tipo de situaciones, conocer la realidad que vivían los campesinos, era como que llegara gente de otro país, de quienes no se conoce en lo absoluto.

Cuando pasaba frente a la iglesia tomada por los campesinos de FECCAS-UTC, sentía mucha simpatía por ellos, trataba de entender lo que les pasaba, y siempre les tomaba alguna propaganda que algún brazo extendido me lo entregaba desde dentro de los barrotes del muro, vi señoras embarazadas chineando a sus hijos, ancianos sentados en las gradas de la iglesia dejando pasar el tiempo, niños jugando y los jóvenes cubiertos con pañoletas arengando a los presentes, de vez en cuando se escuchaba, -¡viva el bloque popular revolucionario!, -¡viva feccas y utc!, -¡alto a la represión en el campo! Y otras más.


Cómo nace la conciencia de clase

Una mañana de tantas, mi mamá me mandó a comprar varias bolsas de pan francés, ella estaba afanada friendo en una cacerola grande muchos huevos, en otra tenía frijoles molidos hirviendo, de pronto me dijo, -vamos a ir a dejarles comida a la gente que se ha tomado la iglesia… pobres…a saber si no han desayunado, metimos en unos recipientes desechables los huevos fritos y en otro los frijoles molidos y en una bolsa grande el pan; llegamos a la puerta principal de la iglesia y les entregamos la comida, confieso que nunca voy a olvidar ese momento, cuando el compañero se acercó a nosotros, sus ojos se iluminaron, a lo mejor de alegría o extrañeza que en una ciudad catalogada de indiferente con la realidad del campesinado, hubiera gente que se solidarizara con ellos, Sólo dijo, -¡gracias compitas!

Eso lo hicimos varias veces, mientras duró la toma, por aquello de la compartimentación, nunca les dijimos a los compañeros que pensábamos igual que ellos y estábamos organizados igual que ellos en BPR, y que a dos cuadras de ahí, en nuestra casa se reunían los dirigentes de la FTC, Federación de Trabajadores del Campo.

Debo confesar que ese pequeño gesto solidario que tuvo mi madre con los compañeros campesinos que se tomaron la iglesia San Antonio de Santa Tecla, fue como el inicio de mi compromiso con la causa revolucionaria, ya no tenía dudas de lo que debía hacer en adelante, incorporado a la lucha del pueblo.

En la toma de la iglesia El Rosario

Fue “Chanito” quien nos invitó a la toma de la iglesia El Rosario frente a la plaza Libertad, un sábado de octubre del 79, sabíamos que era arriesgado, pues el ejército y los cuerpos represivos ya habían masacrado a manifestantes dentro de esa misma iglesia, en Catedral y otras más.

Entramos a la iglesia El Rosario como a las 7 de la noche, mi mamá Mary, mi hermana Guadalupe y Yo; la iglesia llevaba varios días tomada por compañeros del Bloque, denunciando la represión en el campo y la ciudad y por la libertad de compañeros capturados; nosotros íbamos a acompañarles como gesto solidario y porque iba haber esa noche un acto político- cultural.

Caminamos un poco temerosos viendo para todos lados, de pronto sentimos que atrás nuestro venía un sujeto que nos seguía, aceleramos el paso pero de repente este tipo se nos adelantó y nos dijo, - ¿al Rosario van…? -¡..sí, contestó mi mamá, el tipo levantó la cabeza y nos vió y se puso a reir, -¡vé, si es Chanito! Dijo mi mamá.

Entramos juntos a la iglesia El Rosario, Chanito dio el “santo y seña” con los compañeros que estaban de seguridad en la entrada, al fondo estaba un buen número de gente, cantando y aplaudiendo, no recuerdo si el grupo musical eran compañeros del Movimiento de la Cultura Popular, MCP, ó, gente del FUR-30, su aspecto era de estudiantes universitarios, la cosa es que empezaron a cantar canciones como “Plegaria de un labrador” de Victor Jara, “La Carta” de Violeta Parra, y otras más.

Ahí, nos encontramos con Mercedes Cañas y Alex Roldán, dos miembros de la Comunidad del Padre Rafael Palacios, nos abrazamos llenos de alegría por estar donde teníamos que estar, empezamos a cantar y aplaudir a una sola voz, más tarde se presentó un grupo de teatro popular con una obra donde ridiculizaban a la dictadura militar, el acto terminó ya entrada la noche.

Una voz fuerte se oyó al fondo y dijo,-¡bueno compañeros…vamos a ver si podemos dormir, las medidas de seguridad son las siguientes… las mujeres, niños y ancianos van a dormir al fondo, los jóvenes van a dormir hacia este lado…nadie va a levantarse salvo que sea de estricta urgencia, van a haber compañeros de posta haciendo seguridad y velando para que se cumplan las normas…; nosotros, mi mamá, mi hermana, Mercedes y Alex pusimos unas hojas de periódicos en el suelo y nos dispusimos a dormir, si es que se podía en esas condiciones.

A Chanito, ya no lo vimos, no sé si fue a hacer seguridad en algún lugar de la iglesia o se retiró de la misma, de pronto escuchamos un ruido desde la calle, ya nos habían dicho que la zona estaba militarizada y en cada noche la Guardia amenazaba con entrar a la fuerza, escuchamos en la quietud de la noche unos cristales romperse, todos entramos en pánico, los niños lloraban, algunos se levantaron a ver qué pasaba, otros nos quedamos sentados viendo qué sucedía, nos dijeron que había sido un disparo que desde fuera atravesó la puerta de entrada de la iglesia y rompió unos cristales, la cosa no pasó a más y al fin medio pudimos dormir.

A la mañana siguiente, cuando nos disponíamos ir al baño nos encontramos con una fila de casi media cuadra, agua no había y se tenía que ir a traer a otro lado del convento, eso hacía mas largo el proceso de realizar nuestras necesidades fisiológicas, me parece que la comida les había caído mal a varios, porque algunos se sentían con dolor de estómago y diarrea, generalmente en las tomas de iglesia y edificios públicos se daba este fenómeno, a lo mejor porque las medidas de higiene no eran las más adecuadas.

Yo me ví afectado por lo mismo, sentía retortijones, calosfríos, y deseos de evacuar inmediatamente, más no fue así, pues esa cola a lo mejor iba a terminar como a las diez de la mañana y no podía esperar tanto, mi mamá nos dijo, - ¡mejor vámonos para la casa que aquí está difícil!

Nos retiramos de la Iglesia El Rosario como a las siete de la mañana, caminamos hasta el Parque Hula Hula a tomar el bus de la ruta 101 que nos llevó hasta Santa Tecla, el trayecto lo sentí larguísimo, mi dolor se incrementaba y sentía que iba a evacuar , sin embargo pude llegar a mi casa y logré realizar mis necesidades fisiológicas felíamente.

Creo honestamente, que a mí me afecto los nervios, saber que de un momento a otro se metería la Guardia Nacional a masacrarnos era suficiente como para aflojarse el estómago, no obstante, ese acto de solidaridad con los compañeros que se habían tomado la Iglesia El Rosario valió la pena en todo sentido, así lo creo.

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