jueves, 9 de diciembre de 2010

Prender la mecha y salir corriendo

Para octubre del 87 el FMLN había iniciado una campaña militar en todo el país, esta incluía ataques militares, sabotajes a la economía, paro al transporte, entre otros;  por nuestra parte, preparamos la voladura de un poste del tendido eléctrico ubicado justo donde hoy queda las oficinas del City Bank, en la dirección de Plaza Merliot.


 Esta vez fuimos tres compañeros, Milton, César y Yo; nos metimos por donde hoy queda Plaza Merliot, en ese entonces sólo era cafetales; lo atravezamos en la oscuridad, Milton llevaba los bloques de TNT y un arma corta, César y Yo, llevabamos un arma corta cada uno.


Llegamos al punto fijado, César y Yo nos parapetamos en posición de combate, dándole seguridad a Milton mientras amarraba el explosivo al poste que estaba ubicado a la orilla de la carretera que conduce de San Salvador a Santa Tecla, exactamente la carretera panamericana.


Había un cerco que dividía la carretera y el cafetal, los carros pasaban de un lado a otro, sólo sentíamos el golpe de las luces en nuestros ojos y nos agachabamos para que no nos vieran, no tanto los automovilistas sino el ejercito, porque de haber sido así no estaría  contando el cuento.


Milton encendió la mecha y empezó a correr el tiempo, pues según el tamaño de esta y por sus características, permite un aproximado de 40 a 60 segundos en llegar a la capsula detonante y estallar,  ese margen de tiempo era suficiente para alejarnos corriendo del lugar sin que fuéramos detectados.

 
No sé porqué razón pero siempre que hacíamos acciones de tal envergadura mis piernas se me aflojaban, corría y sentía que no avanzaba, mi corazón palpitaba aceleradamente, mi boca seca y sin aliento; llegaba a tal punto que me imaginaba que era sólo un sueño y pensaba en fracciones de segundos que en vez de andar en eso podría estar en mi casa viendo tele o escuchando música, interiorice de momento y reflexioné que como jovenes ese era nuestro papel en la lucha de liberación y que lo hacíamos sin ningún aire de protagonismo, aventurerismo,etc., simplemente una acción patriota por acelerar los cambios en el país.


La bomba estalló, vimos una llamarada a lo lejos, nosotros ibamos saliendo del cafetal donde hoy es Plaza Merliot, no fuimos descubiertos, fuimos a esconder las armas y cada quien para su casa.


La anécdota de esa acción fue que en la retirada el compañero César andaba más o menos mil colones de su indemnización porque había sido despedido de su trabajo por pelearse con el jefe o capataz. César se deslizó en una piedra húmeda y cayó al suelo. nos imaginamos que ahí perdió el dinero, al siguiente día fuimos a buscarlo pero no lo encontramos, ahora pienso que fue una falta de disciplina grave regresar al lugar de la acción, ¡craso error!


Luego a través de unos amigos colaboradores le conseguimos por lo menos la mitad del dinero que perdió, (500 colónes) algo es algo, dijo.

De vez en cuando pasó por el lugar donde fue la operación y de reojo veo que todavía hay vestigios, el poste cayó y fue sustituido por otro a la par, ¡que cosas no!

La toma de dos pasajes de la colonia Hacienda San José

Esta Colonia esta ubicada al norte de la ciudad de Santa Tecla como a 500 metros de las actuales oficinas del Ministerio de Agricultura y Ganadería, MAG, en ese entonces (1987) eran las oficinas del Insituto Salvadoreño del Café, ISIC.

La misión era tomarnos esos pasajes, entregar propaganda a los vecinos, realizar varias pintas en las paredes, colocar bombas de propaganda y sabotear transformadores de energía eléctrica para "desgastar la economía de guerra del gobierno de Duarte, auspiciado por los E:U."

Nuestra experiencia era mínima en ese tipo de acciones, eramos cinco compañeros nada más y la planificación adoleció de muchos factores imprevistos que en el camino se iban rectificando.

Como Yo era el responsable de la acción, tenía que velar por el buen desarrollo de la misma pero sobre todo de la seguridad de mis compañeros.

Previamente habíamos estado llegando por varios días a la colonia justo a la hora en que se realizaría la actividad, para ver los movimientos sospechosos, ejército, policías, "orejas", en fin, todo lo que pareciera raro y causara peligro.

Se llegó el día, Sonia, Daniel, César, Miguel y Yo eramos el grupo a realizar la acción de propaganda, César y Miguel estaría a la entrada de cada pasaje de la colonia vigilando cualquier movimiento, mientras que Sonia, Daniel y Yo, realizaríamos las pintas en las paredes, estallar morteros de los que se usa para celebrar el fin de año, esto con el objetivo de llamar la atención según nosotros.

Mientras Yo hacía las pintas, Sonia hacía la volanteada en las casas, Daniel nos daba seguridad, de vez en cuando gritabamos consignas llamando al pueblo a unirse a nosotros, ahora reflexiono, ¡què ilusos fuimos!, como se iba unir la gente si los niveles de represión eran fuertes y la forma como llegamos a cualquiera espantaría.

Para esa actividad llevabamos nada más una pistola 357 y una granada, que en este caso Yo era el responsable de su uso. Se nos dió instrucciones que debíamos dañar los transformadores que dan abasto de energía eléctrica a la colonia y que eran propiedad de una compañía estatal,  de todas formas la colonia a lo sumo pasaría un par de horas sin el fuido electrico, no así, los costos que significaría para la compañía reponer esos dos transformadores iban a ser altos.

Sin embargo la acción se frustró porque a la hora de dispararle a los transformadores, los cartuchos estaban húmedos y la pistola no funcionaba, me pregunto qué hubiera pasado en un enfrentamiento serio de escape si nos hubiera caído el ejercito.

Hubo gente que nos miraba con admiración o extrañeza, otros corrían despavoridos, nosotros tratamos de guardar serenidad y no mostrar que tambien temblábamos de miedo, pero lo que buscabamos era que la gente se diera cuenta que las milicias estaban compuestas por jovenes comunes y normales que luchaban por transformar el país y que no éramos ningunos delincuentes ni nada por el estilo, al contrario,  eramos estudiantes universitarios provenientes de comunidades cristianas,  eso sí, éramos muy humanos, soñadores y rebeldes al "stablishment".


Todo el 87 y parte del año 88 fue este ritmo el que nos envolvió, volanteo de propaganda, pintas en paredes y muros, propaganda armada, etc., la guerra no tenía visos de acabar,  sin embargo los acontecimientos posteriores en el trabajo de milicias en Santa Tecla marcaron mi vida definitivamente.




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